Sex, Songs & Problems [Hampton]

Noto su confusión, haciéndome entender que no había entendido mi indirecta. Daba la sensación de que se le daba tan mal el sexo contrario como a mi.
En el salón decido soltarle y me quedo de espaldas a él, sin saber qué decir hasta que vuelve a hablar.

-No. No quiero darte una bolsa-suelto finalmente sin atreverme a volverme hacia él.

Se de sobra que he sonado borde, aunque no era mi intención, pero en momentos así no se como reaccionar. Me paso la mano por el pelo, sin saber como hacerle entender que quiero que se quede. Me derrumbo en el sofá y me tapo la cara con las manos.

-No es...por nada que hayas dicho o hecho.-Inspiro profundamente y cierro los ojos-Me gustas...-susurro sin atreverme a salir del escondite de mis manos-`Y no quiero que te vayas.

-Oh- me deja totalmente planchado tras la nueva negativa, es entonces cuando empiezo a ser consciente de que algo no anda bien y me apoyo en una pierna y en otra un tanto incómodo. Miro su espalda... y acabo bajado la mirada algo más. "No debería haber hecho eso".

Cuando se deja caer en el sofá la sigo a cierta distancia pero me limito a quedarme de pie, detrás del respaldo. Es entonces cuando se confiesa y tengo que apoyar las manos en el propio sofá para no acabar derrumbado en el suelo.
Joder, se me ha ido totalmente de las manos. Hubiera aceptado de buena gana que admitiese que no quiere que me vaya pero que diga que le gusto me resulta tan agradable como terrorífico a la vez, por increíble que pueda parecer.

Noto como se me anuda el estómago y a la vez se me acelera el pulso, poniéndome irremediablemente nervioso. Ojalá tuviera unas palabras apropiadas que decir pero me quedo en blanco durante más rato del que me gustaría.
-Y-yo....- empiezo a titubear en un tartamudeo que acabo corrigiendo con un carraspeo -No quiero ponerte en riesgo, Anna. Si me quedo en tu casa aumentarán las posibilidades de que llames la atención y acaben investigándote- explico procurando mantenerme lo más sereno posible mientras rodeo el sofá hasta quedarme frente a ella, momento en el que me pongo en cuclillas y apoyo una mano sobre su rodilla. Me da igual que no me mire, me conformo con que me escuche.

-Pero no es porque no quiera quedarme, ¿entiendes? Si fuera por mí me quedaría a vivir aquí pero no puede ser... Es demasiado peligroso- la observo con pesar e incluso me entran ganas de abrazarla, de consolarla de alguna manera más directa. Pero no me atrevo, no después de aquel rechazo, por mucho que haya dicho que le gusto. Supongo que simplemente necesita ir despacio.

Ni siquiera me atrevo a mirarle cuando empieza a hablar. Su voz comienza a sonar mas cercana y noto como apoya su mano en mi pierna, sintiendo un cosquilleo agradable.
Por un momento mi cerebro no atiende a razones de posibles investigaciones, me limito a enredar con fuerza mis manos entre el pelo y tranquilizarme, cosa que apenas consigo.

Solo una noche... No puedes pedirme que te deje marchar sin más otra vez.

Suspiro lentamente y aparto las manos de mi cara cuando habla de que le gustaría quedarse aquí a vivir. Le miro unos instantes e intento pensar con claridad.

-Está bien... Te... lavare la ropa y cuando haya secado podrás irte ¿de acuerdo?

Intento sonreir pero creo que no lo consigo bastante bien. Me levanto y recojo del baño la ropa para meterla en lavadora y la pongo en marcha. Apreto la mandíbula con fuerza cuando empieza a funcionar, tan solo serán unos minutos.

Vuelvo al salón pensando en lo mucho que me gustaría comportarme como una cría caprichosa y obligarle a que se quede, pero no puedo. No puedo volver a hacerlo, se que le resulta incómodo.
Le encuentro tirado en el sofá, estirándose, y por un instante vuelvo a ver las marcas que le atraviesan el torso. En cuanto me ve, se baja la camiseta tapándolas como sea. Sonrio y me siento a su lado y casi sin pensar, levanto un par de centímetros la camiseta dejando nuevamente a la vista alguna marca que acaricio siguiendo su forma con los dedos.

Me paso así un buen rato hasta que casi he recorrido las pocas que he dejado a la vista. Me hubiera gustado decirle algo, que no me incomodaban o yo que se...pero supongo que con lo que acababa de hacer y con las mejillas nuevamente ruborizadas bastaba.
La lavadora continua funcionando, pero no se durante cuanto tiempo.

-Eh-susurro llamando su atención y sonriendo-Te voy a echar de menos.


Me inclino hacia él hasta pegar otra vez mas nuestras frentes. Esbozo una sonrisa nuevamente, y acabo acariciando sus labios con los mios unos segundos.
Hubiera querido alargarlo más, pero me da la sensación de que se sentía incómodo, por lo que me aparto y me limito a tenderme a su lado.

-Gracias...- me alegra comprobar que atiende a razones y por ello le dedico una leve sonrisa pero a la vez noto como lo hace a regañadientes, es evidente que si fuera por ella no lo habría hecho.
Ése pensamiento me halaga, me hace sentirme un poco especial en cierta manera pero aún así sé que tengo que renunciar a él. No puedo echar todos estos años por la borda aunque me pese.

Opto por acomodarme en el sofá ya que no voy a quedarme demasiado tiempo, una hora a lo sumo, y en cuanto se acerca me coloco algo mejor aunque ella no parece prestar demasiada atención a ese gesto porque se limita a sentarse a mi lado y a levantarme parcialmente la ropa otra vez, algo a lo que no opongo resistencia.
En un primer instante no puedo evitar sentirme tenso mientras su mirada recorre las cicatrices y la pequeña parte del tatuaje que puede apreciarse en mi lado izquierdo, una cobra que se pierde en el interior de los pantalones, pero cuando sus dedos me acarician con total naturalidad me relajo y me limito a observar sus movimientos y su rostro como si acabara de hechizarme. No puedo evitarlo, es tan arrebatadora que me atrapa en cada una de sus miradas como si de una red se tratara y ni siquiera opongo resistencia.

Después me limito a cerrar los ojos mientras siento su cercanía y sus labios rozando los míos hasta que opta por recostarse a mi lado, como la primera vez (*).
Nos quedamos en esa posición varios minutos, en silencio, después empiezo a apartarle el pelo del cuello con cuidado y finalmente la beso de manera prolongada, al menos la primera vez. Después del primero vienen más que descienden poco a poco y suavemente por su cuello hasta llegar al hombro. En ese punto mis labios se detienen y es mi mano la que acaricia su brazo, deslizándose con un cosquilleo, hasta entrelazar los dedos con los de ella, llevándolos hasta su vientre.

-¿Te gusto yo... o la parte de mí que te recuerda al dueño de esta ropa...?- acabo preguntándole en un susurro cercano a su oído, tras lo cuál beso su oreja con cuidado.

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OFF: Ojo, he deducido que Anna está tumbada de espaldas a Eric.

En el momento en que sus labios comienzan a descender por mi cuello, me estremezco y empiezo a sentir el corazón latiendo con demasiada fuerza, hasta el punto que consigue hacerme daño.

Siento su pulgar acariciando peligrosamente mi vientre y decido cerrar los ojos intentando tranquilizarme, pero en el momento en el que realiza la pregunta los abro débilmente y me quedo mirando el vacío.

Si confié en el desde el principio fue porque me recordó a Roger, inevitablemente. Su mirada, los abrazos... me hacían recordarle y el echo de que llevara su ropa solo conseguía hacerme sentir que estaba con un muñeco disfrazado de mi hermano.
Había veces que sentía que realmente le había recuperado pero sabía de sobra que era mentira, era solo que mis recuerdos me jugaban malas pasadas.
Me encojo un poco a su lado sin poder contestar.

Pero Eric... si, claro que me gustaba. Pero no podía impedir que una parte de él me recordara a Roger, era inevitable.
Y lo que estaba pasando...¿Con quién estaba tumbada? ¿Con Eric o con él?
Tan solo con pensar en el hecho de hacer esto con Roger me siento asqueada por perturbar su memoria de esta forma. ¿Cómo puedo haber pensado eso por unos instantes? Soy repugnante...

-Tú-susurró apretando ligeramente su mano y volviendo mi cabeza hacia él.-Solo tú.

Me limito a quedarme a la espera, pacientemente. Mis labios todavía descansan sobre su hombro, inmóviles, disfrutando de cada segundo regalado cerca de ella.
En cierto modo temo lo que pueda responder pero lo anhelo. Aunque sé que en el fondo da igual cuál de los dos le guste, porque a fin de cuentas sigo siendo yo mismo, hace demasiado tiempo que considero que dejé de ser Roger. Es una reflexión extraña, incluso dentro de mi propia cabeza, pero supongo que nunca he sido un tío muy corriente.

Cuando finalmente responde la miro y sonrío. Ha tenido tiempo suficiente para reflexionar y quiero creer que lo dice de verdad, no sólo para complacerme.
Entonces me inclino hacia ella y la beso sobre los labios cariñosa y suavemente, podría decirse que incluso de manera casta.

Mi mano en su vientre se mueve entonces por debajo de su camiseta, palpando su cálida piel, ascendiendo hasta empezar a notar la forma de sus costillas y la consiguiente ropa interior. Entonces me detengo, aunque en el fondo preferiría no hacerlo...

Cierro los ojos y me limito a dejar que me bese una vez más. Hunde su rostro en mi cuello y empieza a ascender sus dedos por mi estómago.
Esto se nos está llendo de las manos...

Al final, acabo yo también deslizando mis manos por dentro de su camiseta, ascendiendo por su espalda y atrayéndole a mi, notando cada una de las heridas bajo mis dedos.
Alguna parte de mi conciencia me pide que no siga con esto, que le aparte porque lo único que iba a conseguir era hacerme daño a mi misma. Disperso esa idea de mi cabeza besando la comisura de sus labios y cerrando mi mente a cualquier pensamiento.

Pero en ese momento, me viene un olor familiar. Inspiro lentamente abriendo los labios, notando ese aroma que llevaba tanto tiempo sin recordar.
El olor de su pelo... como cuando de pequeña me cogía en cuello para llevarme a la cama porque me había quedado dormida en el sofá.

Le atraigo tan fuerte hacia mi que creo que le clavo las uñas en la espalda al hacerlo, besándole sin querer soltarle ni por un instante.

Esto se te está llendo de las manos, Anna.

Abro rapidamente los ojos para toparme con la mirada curiosa de Eric, sorprendido por ese arrebato que me había dado.

Cuando noto sus suaves manos dentro de mi ropa, recorriendo mi piel herida, me estremezco de placer por un instante. Después todo mi interior empieza a agitarse, poco a poco, provocando que mis dedos asciendan más, arremangando su camiseta hasta dejar su vientre al descubierto, mientras alcanzo la perfección de sus senos escondidos bajo su ropa interior.

Repentinamente noto como me araña parcialmente y nuestros labios vuelven a encontrarse, esta vez de forma apasionada. Sujeto su cogote con firmeza, como si temiera que fuera a apartarse, y mientras esto ocurre mi otra mano se cierra entorno a su sujetador hasta que nos separamos y me doy cuenta del gesto, entonces suavizo la presión aunque... la dejo dónde está.

-Lo sabes- espeto entonces analizando su extrañada mirada -Lo sabes pero no te atreves a admitirlo- añado confesando en cierta medida mi propio autoengaño. Ya he visto como me mira en muchas ocasiones, como me huele y me abraza encontrando al Roger que todavía hay en mí.

Me aparto ligeramente en cuanto comienza a hablar, y a cada palabra me voy echando más hacia atrás para crear cierta distancia entre ambos. Comienzo a respirar agitadamente y de forma nerviosa sin poder desviar la mirada de sus ojos.

-Yo no... no sé de que hablas...-susurro un tanto confusa.

Apoyo mi mano en su pecho haciendo presión para que no acorte la distancia que nos separa.
¿Qué estaba pasando? Noto mi pulso acelerándose cada segundo que pasa y no puedo evitar el nudo en la garganta que se me está formando cuanto más mantengo la mirada.
Por favor dime que es mentira...

Tengo tan claro que sí lo sabe que ni siquiera le respondo, me limito a devolverle una intensa mirada que habla por si sola. Puede que yo haya crecido, que haya envejecido y que mis facciones se hayan endurecido pero como se suele decir "los ojos son el espejo del alma", y eso no ha cambiado.
Cuando noto su mano procurando mantenerme controlado, incluso apartándome algo más, es cuando bajo la mirada. Siento como si en realidad estuviera empuñando un cuchillo y me lo hundiera en el pecho, quebrándome, pero ni siquiera puedo culparla por ello porque tiene todos los motivos del mundo para hacerlo.

Acabo incorporándome y me siento en el extremo opuesto del sofá, apenas rozándole los pies con una pierna.
-¿Quererte me convierte en un monstruo...?- la miro de reojo, con expresión suplicante, pero al darme cuenta de ello vuelvo la vista a un punto indeterminado del suelo mientras la lavadora pita varias veces marcando el final del proceso de lavado.

Tan solo con mirarle, empiezo a comprenderlo todo lo que llevaba negando desde el día en que le vi. Todos esos gestos, la forma en que me miraba o me abrazaba...todo era demasiado tierno como para que fuera un simple extraño.

Me empieza a costar respirar mientras intento apartar la mirada, pero lo consigo hasta que no me hayo jadeando prácticamente al borde del llanto.
Aprieto la mandíbula y los puños con fuerza intentando contener las lágrimas sin conseguirlo, hasta que al final reviento y le pego un puñetazo en la boca sintiendo como se parte su labio.

Me levanto del sofá gritando, agarrándome del pelo con fuerza, dándome asco a mi misma y sintiendo un dolor horrible en los nudillos por el puñetazo que le acababa de sacudir.

Cuando vuelve a hablar, empiezo a reaccionar y me giro hacia él llorando e histérica perdida.

-¡¡Eres un...!! ¡¡Eres un puñetero cobarde!!-grito acercándome a él-¡¡Me dejaste sola!! ¡¡Primero papá y mamá y luego tú!! ¿!Cómo pudiste hacerme eso!? ¡¡Solo tenía quince años!! ¡Me dejaste sola! -Pego una patada al sofá y vuelvo a mirarle-¡¿Cómo tienes las agallas de volver?! Y dormías por la noche ¿no? ¡Dormías sabiendo que me habías dejado sola después de haberos perdido! Eres... eres repungante. ¡Después de lo que pasamos te atreves a largarte! ¡¡Yo te ayude!! ¿Y así me lo agradeces? -agacha la cabeza y siento ganas de volver a atizarle- Seis años llorando todas las noches porque estabas muerto... y simplemente te habías largado.... ¿Eso es lo que me querías?

Vuelvo a darme la vuelta intentando contener los gritos pero es que apenas puedo. Encuentro un par de jarrones y los acabo lanzando contra la pared sin poder parar de llorar, hasta que termino apoyada en una pared, deslizandome por ella hacia el suelo.
Me quedo sentada en el suelo tapándome las manos con la cara aún sin poder respirar bien.

-¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué?...

Pego una patada contra el suelo y vuelvo a gritar desesperada.
¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué me has hecho esto? ¿Por qué apareciste de repente en mi vida? ¿Por qué te comportaste así? Te odio, te odio, te odio, te odio, te odio, te qui...

-¡¡¡TE ODIO!!!

Me levanto de golpe hacia él, le agarro de la camiseta y levanto el puño dispuesto a golpearle nuevamente en la cara, pero al ver que ni se intenta apartar contengo un nuevo llanto y termino por soltarle y volver a taparme la cara arañándome a mi misma mientras me caigo de rodillas frente al sofá.

-¿Por qué me has hecho esto...?

Repentinamente noto como me golpea en plena cara con todas sus fuerzas, con toda su rabia contenida. Esperaba un golpe, una buena bofetada, pero supongo que no algo tan visceral y lleno de ira, de odio. Enseguida noto el sabor de mi propia sangre y como se me hincha el labio pero da igual porque eso no me duele tanto como el gesto que lo ha precedido. ¿De verdad?, ¿de verdad es esto lo que me merezco...?, ¿mis sacrificios no cuentan para nada?

Entonces empieza a gritarme y a echarme cosas en cara pero yo me limito a recibir todo el aluvión de acusaciones con la mirada baja y la barbilla temblando. Soy un cobarde, es cierto. Siempre he sido un mierdas, siempre me he dado asco al mirarme al espejo, siempre me lo han recordado... hasta que decidí dejar de ser Roger. O al menos eso creía porque las palabras de mi hermana me recuerdan todo ese dolor y lo multiplican al ser ella la que las pronuncia.

Eres un puñetero cobarde, ¿!Cómo pudiste hacerme eso!?, ¡¿Cómo tienes las agallas de volver?!, ¡Dormías sabiendo que me habías dejado sola después de haberos perdido!, eres repugnante, ¿Eso es lo que me querías?

Todas esas acusaciones se repiten una y otra vez dentro de mi cabeza. No me puedo creer que me esté haciendo esto, que pueda llegarme a odiar de verdad con tanta intensidad cuando yo ni siquiera me siento capaz de levantarle la voz o de decirle que algo de ella no me gusta. Soy tan débil...
Cierro los ojos, sintiéndome terriblemente cansado y derrotado. Lloro en silencio y con una aparente calma, justo al contrario que Anna, pero miro de reojo la ventana un par de veces. Qué fácil sería cumplir lo que parece que esté deseando, perderme de verdad y de manera definitiva.

Cuando se atreve a decirlo en voz alta, decir que me odia, abro los ojos de repente y la miro perplejo. Casi no me lo puedo creer, ni aún estando enfadada puedo creer que lo haya dicho...
-Hazlo, ¿a qué esperas? Lo estás deseando...- me limito a retarla cuando me sujeta la camiseta pero al final opta por soltarme y rendirse parcialmente, supongo que agotada después de descargar tanta energía negativa.

-Yo también me quedé solo. ¿Te crees que lo hice por diversión? No tenía alternativas, no iba a dejar que acabaran haciéndote lo mismo que a papá y a mamá por mi culpa. Suponía... que con algo de tiempo lo superarías, es lo que hace todo el mundo- arrugo el ceño y me paso las manos por la cara, limpiándome las lágrimas y apartándome el pelo de la cara en el mismo gesto.
-No pretendía que acabaras así pero a pesar de todo estás viva, tienes una casa y puedes vivir con ciertas comodidades, eso era suficiente para mí, saber que estabas a salvo- me levanto con lentitud del sofá y suspiro hondamente. La veo arrodillada en el suelo y sin embargo ahora mismo no deseo abrazarla ni consolarla, no después de haberme destruido totalmente como lo acaba de hacer.

-Pero tienes razón en algo. Yo siempre he sido el cobarde, el que sobra, el que no sirve para nada- el adoptado -Aunque creía que para ti era diferente...- admito sintiéndome repentinamente idiota y a la vez decepcionado. ¿Por qué iba a ser distinto? Simplemente fui un iluso, eso es todo, siempre viviendo en fantasías que no existen.

Me giro entonces en redondo y me dirijo a la puerta de salida, abriéndola.
-Da igual que me odies, no me arrepiento, que sigas a salvo es lo que me importa- la miro de reojo un momento y noto como me tiemblan las piernas pero no tanto como cuando me muestra su desprecio -Te seguiré protegiendo. Te guste o no- aclaro antes de marcharme cerrando con suavidad tras de mí. Este ya no es mi hogar, quizá nunca lo fue.

Escucho cada palabra que dice sin poder parar de llorar en silencio. En el momento en el que le oigo levantarse del sofá, levanto la vista hacia él sintiendo como las lágrimas me recorren las mejillas hasta acabar estrellándose en mis piernas.
Es entonces cuando empieza a insultarse, a decir que él no me importa, y siento cada palabra como si de una puñalada se tratara. Un golpe tras otro.

Aunque creía que para ti era diferente...

-Roger...-susurro intentando hacerme oir, pero apenas lo consigo.

Tu nunca has sobrado, nunca creí que estuvieras de más, por favor Roger... Por favor no me hagas esto...

Le sigo con la mirada mientras se dirije a la puerta, apoyando las manos en el suelo sintiendo algun trozo del jarrón clavándose ligeramente en mis dedos. No puedo hacer otra cosa que no sea llorar y temblar tirada en el suelo.

-No Roger...por favor...-suplico devolviéndole la última mirada antes de cerrar la puerta.

Tras unos segundos en los que me quedo paralizada en el suelo, sintiéndome despreciable por haberle tratado así, me llevo las manos a la cara, repitiéndome a mi misma que no merezco perdón y que todos los golpes que le he dado me los debería haber devuelto.
Levanto la vista hacia la puerta y echo a correr hacia ella, abriéndola de golpe y corriendo escaleras abajo, intentando ver a través de las lágrimas.

-Por favor, por favor, por favor, por favor...

Bajo cada uno de los pisos sin encontrarle, hasta que decido saltar las escaleras de cuatro en cuatro, a pesar de que acabo dando tumbos contra las paredes por lo rápido que iba.

-¡¡Roger!!

Le encuentro a punto de abrir la puerta de la calle y me freno en las escaleras. No puedes hacerme esto... Salto los últimos escalones y corro hacia él, frenándome contra su cuerpo haciendo que el suyo acabe empotrándose contra la puerta por mi abrazo.
Siento como se le corta la respiración por el golpe demasiado fuerte pero me niego a soltarle mientras hundo mi rostro en su pecho.

-Lo siento, lo siento, lo siento... No lo decía en serio, sabes que nunca creí que fueras un cobarde.-Le miro a los ojos mientras las lágrimas me vuelven a desbordar-Para mi siempre has sido importante y yo... yo siento mucho todo lo que te dije. No lo decía en serio... No podría odiarte-Apoyo unos instantes mi frente en su pecho y cierro los ojos pensando en todo lo que ha pasado esta noche. Daría lo que fuera por volver a atrás en el tiempo y simplemente abrazarle cuando me dice quien es. Nada de golpes, nada de gritos... -Lo siento es que... estaba confusa, no reaccioné bien y de verdad que lo siento.-Poco a poco parece que voy tranquilizándome-Te quiero.-susurro volviendo a alzar la mirada.

Le suelto ligeramente y apoyo mi mano en su mejilla, mientras le miro el labio partido, decidiéndome tras unos instantes a acariciarlo ligeramente con el pulgar.

-Se que en estos momentos me odias... pero por favor, no te vayas. Te necesito. No quiero volver a perderte.

Ahogo un quejido cuando tras girarme me topo de lleno con el cuerpo de Anna, golpeándome contra el cristal de entrada. Por un segundo llego a pensar que quiere seguir golpeándome o algo por el estilo pero pronto me doy cuenta del error y me limito a mantenerme quieto mientras me abraza y hunde su cara en mi pecho y en mi ropa. En esta ocasión no le devuelvo el gesto aunque sí la escucho con atención.

Empieza a pedirme disculpas varias veces pero yo ya no sé ni qué pensar, la observo con seriedad y algo confuso. ¿Esta es la verdad o era el enfado el que arrancaba lo que sentía de su interior?
A pesar de todo el dolor generado no puedo evitar que se me parta el alma al verla llorar y acabo apoyando las manos en sus mejillas para limpiarle la cara con suavidad y afecto. Como siempre.

-¿No podrías?, ¿estás segura...?- pregunto menos convencido que ella respecto a la posibilidad de odiarme, a fin de cuentas supongo que me lo merezco.
Después suenan las "palabras mágicas" y no puedo evitar sonreír, aunque de manera más débil y triste que otras veces. ¿Por qué ibas a quererme después de todo lo que has dicho...?
Lo sé, sé que ha dicho que no iba en serio, que todo ha sido producto del enfado, pero aún así no creo que pueda llegar a olvidarlo nunca, la duda va a permanecer en mi fuero interno para siempre.

Cierro los ojos al notar como acaricia la herida que ella misma me ha provocado y me pregunto qué siente. Qué siente al notar que me ha hecho sangrar por dentro y por fuera.
-¿No lo entiendes? No te odio, no te odiaré nunca, soy totalmente incapaz... porque tú eres especial, siempre lo has sido, aunque no te dieras cuenta- después la beso en la frente y me quedo con el rostro apoyado en su cabello unos instantes -No puedes volver a llamarme como antes, Anna. Él está muerto, esa parte es cierta... enterré a Roger hace tiempo- confieso antes de volver a apartarme y mirar las escaleras pensativo.

-Si puedes hacer eso podré volver arriba- entonces la miro y me mantengo a la expectativa.

Cierro los ojos al notar sus labios en mi frente y me siento mas aliviada. Se que no me ha perdonado tan facilmente, pero me tranquiliza saber que al menos me sigue hablando y demostrando cierto aprecio por mi.
Habla de enterrar a Roger, y se me encoge el corazón al oir que es el mismo quien lo dice. Vuelvo a apoyar la frente en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón. En estos momentos se me hace casi imposible volver a pensar en él como "Eric". Es Roger, es mi hermano y le tengo otra vez aquí entre mis brazos. Me siento como si volviera a tener quince años y él todavía no se hubiera ido.

A pesar de todo lo que a pasado en el apartamento, el hecho de haber dormido con él, sentir esa atracción... no consigo pensar en esas cosas como si las hubiera hecho con Eric. Fue con Roger. Dormi con Roger. Besé a Roger. Y no es tan repugnante pensarlo.

Las cosas han cambiado desde el día en que se fue. Ambos crecimos separados durante seis años... ¿qué hay de malo en que siga creyendo que eres mi hermano?

Él esta muerto, intenta comprender que él ya no es Roger. Es Eric. No es tu hermano.

-No podré olvidarte Roger-susurro mirándole.-Puedo comprender que ahora seas Eric, y que quieras que te
llame así, pero lo que no puedo olvidar tan fácilmente es que en fondo eres él.

Le agarro de la camiseta y me limito a mantenerme callada unos segundos. Si me quedo con Eric, Roger seguirá estando ahí en cierto modo. Si me quedo con Roger... les pierdo a ambos.
Le vuelvo a mirar haciendo de tripas corazón y le sonrio débilmente.

--Está bien. Roger está muerto.-suspiro cogiéndole de la mano y guiándole escaleras arriba.-Ven Eric, no quiero verte con esa ropa

-No es necesario que le olvides en tu interior pero sí en el resto. Cualquier pequeña sospecha supondrá demasiados problemas, nunca puedes saber quién te está escuchando...- para mí es mucho más que sólo eso, casi se trata de algo simbólico, del cambio que supuso en mí perderme en el desierto y estar a punto de morir varias veces en él antes de sobreponerme y convertirnos en buenos amigos, pero creo que ésto la ayudará a comprender mejor y de manera más rápida porque ahora soy Eric. No vale la pena que nos compliquemos más... por ahora. Suficiente hemos tenido por el momento.

-Bien- sonrío satisfecho ante su aceptación final y le acaricio el pelo colocándoselo tras la oreja antes de que me sujete la mano y empiece a tirar de mí, ante lo cuál no puedo evitar reír por lo bajo.
-Te encanta mandarme y darme órdenes, ¿verdad?- quizá está demasiado acostumbrada a ser la que tiene que cumplirlas aunque de todas formas a mí no me importa complacerla así que me dejo llevar. Evidentemente sería diferente con cualquier otra persona...

Una vez dentro de casa me siento más relajado que las anteriores veces, el no tener que estar disimulando y fingiendo indiferencia me resulta una gran liberación y ahora me entretengo más de lo debido admirando y tocando cada mueble, cada objeto, cada foto... cada recuerdo.
-Ah. No pienso ponerme la tuya...- respondo de repente a su mención a la ropa arqueando una ceja para finalmente acercarme a la lavadora -¿Tienes secadora...?- me asomo pero opto por no tocarla, no quiero acabar armando un desastre por abrir antes de tiempo la puerta o algo así.

Apenas me vuelvo hacia él cuando me dice lo mandona que soy. Nunca lo he sido, pero supongo que con él no puedo evitarlo, y el hecho de que actue de forma tan sumisa me facilita bastante ese comportamiento.

Al llegar a mi rellano, compruebo que he dejado la puerta abierta de par en par sin darle demasiada importancia. Supongo que esa es la parte buena de un gobierno tan sumamente manipulador, los atracos y robos a casas han descendido hasta casi desaparecer.

En el momento que entro y veo el salón, siento como si la casa me echara, como si ya no fuera bien recibida aquí. Da la sensación de que en cualquier momento mis gritos volveran a resonar por la habitación.

-Menudo desastre-suspiro mirando los restos de jarrones.
¿Cómo he podido hacerte eso?
Aparto la mirada de su labio ensangrentado y me quedo con la vista fija en el suelo. Aún no sabía como no se habían despertado los vecinos por mis gritos... Bueno, supongo que ayuda el hecho de que estén ya en una edad avanzada y apenas oigan.

Cuand habla de ponerse mi ropa esbozo una sonrisa y vuelvo a mirarle. Se vería ridículo, pero al menos no tendría que verle con su antigua ropa. Lo único que conseguía con ella puesta es que me sintiera mas rastrera por haberle pegado y gritado de esa forma y que sienta mas deseos de llamarle Roger.

-Humph...no. No tengo secadora-contesto acercándome a él. Hago una mueca, sabiendo que la ropa tardaría bastante en secar al aire en mitad de la noche y que no puedo dejarle desnudo porque no me guste verlo así vestido-Está bien... Quédate con esa ropa.-contesto finalmente-Intentaré no reparar demasiado en ella.

Me paso las manos por los ojos y por la cabeza. Me había pasado demasiado... Sentía que me iba a explotar en cualquier momento. Y bien que me lo merecería.

Despejo esas ideas de la mente y me quedo mirando como nuevamente vuelve a posar sus ojos sobre cada uno de los detalles de la casa.
Ha cambiado bastante. No solo fisicamente, lo cual resulta más que obvio, si no también por dentro. Ya no parece tan inseguro de si mismo, ahora es alguien que actúa y no agacha la cabeza simplemente obedeciendo ordenes. Realmente es como si fuera otra persona.

Salto de encima de la lavadora sobre la que había estado sentada un buen rato, y me quedo apoyada en ella.

-¿Te puedo hacer una pregunta?-Espero unos segundos hasta que se vuelve a mi mirando con atención. No puedo evitar que mi mirada se pose unos segundos por la zona de su pelvis pero aparto rápidamente la vista al recordar que mis dedos han estado demasiado cerca de ahi acariciando sus heridas-¿Por qué una cobra?

-Wow, ¿esta vez he ganado yo?- pregunto sorprendido y burlonamente cuando accede a que me quede con mi propia ropa. Si lo piensas así suena absurdo pero entiendo que si le pido que intente verme lo menos posible como a Roger no puedo llevar mi antigua ropa como si nada... aunque ahora mismo simplemente no hay elección.

-Claro, dispara- me encojo de hombros y la observo con curiosidad hasta que menciona la cobra de mi tatuaje y termino riendo por lo bajo. Al parecer sí que se ha fijado a pesar de ver sólo una pequeña parte del mismo.
-Mi primer día en el desierto fue un infierno. Acababa de huir de la ciudad dejándote atrás y apenas tenía idea de supervivencia u orientación así que estaba bastante seguro de que no pasaría de ahí, que el accidente de coche acabaría siendo mi sentencia de verdad. Acabé rendido sobre la arena no sé cuánto tiempo hasta que empecé a sentir un dolor opresor en la pierna. Ahí estaba, una puta cobra enroscándose en mi muslo como si quisiera asfixiarme...- niego con la cabeza y un escalofrío me recorre la espalda al recordar el momento, no fue para nada agradable... aunque todo lo relacionado con aquel día ya está algo borroso en mi mente.

-Intenté quitármela de encima y lo conseguí, pero no antes de que me mordiera justo aquí- señalo el punto en el que ella ya ha visto dibujada la cabeza de la cobra por encima de mi ropa y prosigo -Sabía que no tendría más de una hora de margen y que podía llegar a perder la pierna, o incluso todo, así que me clavé el cuchillo en la herida y la sangre empezó a salir a borbotones. Estuve a punto de desangrarme pero también purgué el veneno... en ése instante renací como Eric. El tatuaje simboliza ese momento y me recuerda que no tengo que rendirme- tras toda la explicación suspiro hondamente, apuesto a que esperaba un simple "porque me gustan" o algo así pero resulta que yo tiendo a complicar las cosas.

Me quedo entonces delante de ella y sonrío traviesamente mientras empiezo a desabrocharme el cinturón con lentitud.
-¿Quieres que te lo enseñe entero...?- propongo con toda la intención de ponerla nerviosa.

Escucho su historia con atención y curiosidad, hasta que dice lo de clavarse a si mismo el cuchillo momento en el que no puedo evitar mueca en una mezcla de asco y horror al imaginármelo.
Recuerdo el leve mordisco que me había dado el guitarrista en la pierna y me estremezco al imaginarme una serpiente atándose con fuerza a mi muslo.

-Al menos no te pasó nada-contesté sonriendo débilmente evitando pensar que realmente podría haberle perdido ese día.

Es entonces cuando habla de enseñarme el tatuaje, empezando a desabrocharse el cinturón. Tardo unos segundos en reaccionar hasta que veo que va completamente en serio.

-¿¡Qué!? ¡No, para!

Aparto la mirada pero sigo oyendo como consigue desabrocharse el cinturón del todo y me quedo helada. Dios... vale que puedo sentir curiosidad pero una parte de mi se niega a ver algo más de lo que ya he visto.
Acabo abalanzándome hacia él y agarrándole de las muñecas para mantenerlo quieto.

-Quieto-susurro intentando no reirme y aparentar seriedad, pero por muy vergonzoso que pueda resultarme no lo consigo y acabo soltando una risotada demostrando que en cierta parte no me incomoda este juego.

-Pero si nos duchábamos juntos... cuando teníamos 12 años- río despreocupadamente y observo divertido su reacción, dejando que me coja de las muñecas para acabar deteniéndome entonces.
-Era broma, no te preocupes- aclaro dejando que me suelte para abrocharme de nuevo con total naturalidad mientras miro el desastre que nos rodea.

-Habrá que recoger todo esto, ¿no?- supongo que a ninguno de los dos nos emociona especialmente pero aún así empiezo a barrer y a dejar los restos de los destrozos de mi colérica hermana en la basura. No queda perfecto pero sí limpio.

Cuando termino sacudo un poco las manos y me acerco de nuevo a ella, todavía afanada en recoger los últimos restos. Cuando se levanta y se gira para dejarlo todo en su sitio acaba rebotando contra mi propio cuerpo pero ni siquiera me muevo del sitio y me limito a mostrarme impasible aunque por dentro... por dentro gruño de anhelo.
-¿Tienes hielo o algo así? Empieza a molestarme el labio...- admito lamiéndome la pequeña hinchazón con lentitud y una clarísima segunda intención que delata mi mirada depredadora, aunque no hago ningún otro gesto porque no voy a tomar la iniciativa real en algo así... de momento.

Spoiler:

-Ni que me fijara en tí a esa edad-protesto recordándolo vagamente.

Empezamos a recoger y le miro de reojo de vez en cuando mientras lo hace. Cuando acabo, me giro y acabo empotrada contra su cuerpo, aturdida unos segundos por el golpe teniendo que agarrarme a su brazo para no caer hacia atrás del rebote.
Se acerca ligeramente, lamiendo la herida y siento un escalofrío recorriendome el cuerpo.

-Hielo...-repito aún aturdida e intentando dejar de mirarle.

Tras unos segundos me aparto de él y me dirijo a la cocina obedientemente, abro el congelador y saco un cubito de hielo de la cubitera. Lo sostengo entre los dedos, sintiendo como se derrite bastante más rápido de lo normal y mojando el suelo.
Cuando llego frente a él, le encuento apoyado de pie en el respaldo del sofá, el hielo ha bajado ya ligeramente su volumen y siento que los dedos me arden por el contacto con el frío.

Me acerco un poco más hacia él, apenas dejando espacio entre ambos. Aproximo el hielo goteando hacia su herida y la sobrevuelo unos segundos antes de decidirme a apoyarlo en el labio. Cuando por fin lo hago, me agarra de la camiseta por la zona del costado, y se aparta ligeramente haciendo una mueca con los labios.
Apoyo la mano libre en su cuello, sujetándole el rostro para que no vuelva a apartarse de esa forma y le aplico nuevamente el hielo. Sé que le debía doler, pero era la única forma de que se le pudiera bajar la hinchazón. Pero esta vez vuelve a alejarse mas repentinamente.

Tarde unos segundos en darme cuenta que se le había abierto la herida la primera vez que se apartó, y ahora una gota teñida de rojo le bajaba por la barbilla.

-Estás sangrando...

Creo que una vez más estoy mas cerca de lo debido. Le miro a los ojos y nuevamente a la herida, hasta que termino lamiendo la sangre de su
labio, sintiéndo su sabor óxido en mi lengua.

Cuando la veo acercarse con el hielo inclino un poco la cabeza y dejo que lo apoye en mi labio. En un primer instante supone un alivio pero al segundo siguiente noto como me desgarra la piel y me aparto instintivamente. Puede que esté demasiado frío y por eso resulta contraproducente, normalmente se envuelve en algo....
Entonces vuelvo a notar el cubito en la boca y miro a Anna apartándola un poco con un respingo. Esta vez parece que sí se ha dado cuenta del pequeño accidente.

-Un poco más y...- empiezo a decir para acabar callándome en seco al notar su cálida lengua recorriendo mi barbilla y finalmente mis labios. Tengo que admitir que no me lo esperaba... y tengo que admitir que me ha gustado tanto que antes de darme cuenta mis manos ya están apresando su trasero para atraerla hacia mí hasta que nuestras piernas se entrelazan, notando su muslo en la cremallera de mi pantalón.

Llegados a ese punto no puedo contener un leve jadeo de excitación, después apoyo la lengua sobre su labio inferior y lo encierro entre los míos, estirándolo con suavidad antes de apartarme.
-Hazlo... hazlo otra vez- le pido con una sonrisa ladeada y juguetona.

Me agarra tan fuerte que ahogo un gemido cuando me aprieta contra el. El hielo continua derritiéndose a marchas forzadas mientras me pide que lo vuelva a hacer tirando de mi labio.

Apoyo mi mano contra su cuello, hielo incluido, mirándole los labios y las gotas descendiendo por dentro de su camiseta. Vuelvo a acercarme, sobrevolando sus labios, hasta que casi acaba jadeando suplicando que lo haga de una vez. Lamo nuevamente la herida, encerrándola entre mis labios, mientras deslizo la mano con el hielo por su cuello, ya prácticamente derretido.

Tras unos segundos, mi respiración se acelera. Apenas hay hielo, tan solo siento la mano empapada y fría, tan fría que me quema. Bajo las manos por sus costillas, hasta acabar cerca de su pelvis momento en el que decido meterlas por dentro de la camiseta, y asciendo tocando su piel, apoyándolas nuevamente sobre sus costados. Me noto temblando, pero decido no pararme, ya he llegado hasta aquí y se que esto puede ir a peor, o mejor según se mire.

Me pongo de puntillas, para alcanzarle mejor, notando como aprieto con mi muslo su entrepierna mientras hundo mi rostro en su cuello.
No me creo que esté haciendo esto...
Le muerdo debilmente y suelta un gemido, aún no se si por notar mis dientes o porque he vuelto a presionar su entrepierna.

Sonrío totalmente complacido ante cada uno de sus gestos y de sus movimientos. Disfruto cada caricia con un estremecimiento provocado por el frío de su mano mezclado con el placer.
Al notar como su muslo me aprieta más se me corta la respiración un segundo para después volverse más agitada e intensa, quedándome con la boca entreabierta mientras noto su suave mordisco en mi cuello.

Entonces deslizo las manos desde su trasero a su cintura.
-Vas a ser una buena chica, ¿verdad...?- musito en un susurro parecido a un ronroneo mientras hago descender mis manos y con ellas sus pantalones, acariciando el costado de sus piernas hasta llegar a sus tobillos, quedándome en cuclillas en el suelo.

Acaricio entonces su pantorrilla izquierda y la obligo a levantar parcialmente la pierna, besando su rodilla mientras elevo la mirada para observarla de reojo. Después sigo ascendiendo mis labios por su cuerpo hasta quedarme de rodillas en el suelo. Mi beso se detiene en su muslo pero mi mano es más atrevida y no para hasta llegar a su suave ropa interior, quedándose fuera pero hundiéndose un poco en ella.

Me quedo completamente muda ante sus palabras. Los latidos vuelven a incrementar su fuerza y mi pecho se infla y se desinfla lentamente notando como desliza sus manos por mis piernas.
Apenas consigo moverme, tan solo el echo de respirar ya me supone un gran esfuerzo, y cuando me obliga a levantar la pierna lo hago de manera torpe y sin atreverme a mirarle.

Fijo la mirada en algun punto de la habitación, pero me encuentro con los ojos de mamá en una vieja foto, sintiéndome observada por ella.
Tú sabías que esto iba a pasar... Era solo cuestión de tiempo.

Desvio la atención, sintiendo vergüenza y estremeciéndome cada vez que noto sus labios por mi pierna.
Cuando siento sus dedos acariciando mi ropa interior, me sobresalto y por unos instantes me debato entre lo que me dice mi mente y lo que realmente quiero.
Poso mi mano en su pelo, para captar su atención y su mirada.

-Si...