Mi humilde morada. [Kobra&Kelly]

-Nevera, comida... a veces recuerdo que vivir aquí también tiene sus ventajas- sonrío nerviosamente y me mantengo apoyado en una esquina hasta que las puertas se abren y ambos suspiramos aliviados. Menudo par estamos hechos.

Al entrar en su casa no puedo contener un silbido de asombro, girando sobre mí mismo para verlo todo bien. Está tan limpio y ordenado que procuro no acercarme demasiado a nada para no ensuciarlo o estropearlo sin embargo lo miro todo con tremenda curiosidad, como un niño en una tienda de juguetes.

-Es preciosa. ¿Vives aquí tú sola?- pregunto al ver algunas fotos de Kelly con más personas. Entonces siento un nudo en el estómago y después en la garganta cuando me asaltan varios recuerdos que desecho con una sacudida de cabeza. Ahora no puedo pensar en eso.

-Y ahora que estamos tranquilos... ¿por qué no me explicas eso de que no era tu primera huida?- está claro que me ha dejado muerto de curiosidad y no me esfuerzo en disimularlo. Supongo que la actitud fría y controlada que tan de moda está por la ciudad no va conmigo.

Cuando se abren las puertas del ascensor me precipito a entrar en casa, inspirar su aroma tan cercano me estaba poniendo más nerviosa... Si se podía. Dejo que ande por donde quiera mientras me voy la cocina, no sin antes sentir otra punzada de dulzura al verle con esa expresión.

-Estás en tu casa... Puedes coger, tocar y hacer lo que quieras -sonrío y desde la cocina le escucho preguntar. Me cuesta tanto responder...- Se puede decir que sí. Mis padres me han... Dejado sola. -es mejor decir eso que decir que han huido para que mis problemas no les puedan afectar a ellos- Vacaciones indefinidas, al menos me pasan dinero con el que me puedo mantener bastante bien.

Saco una coca cola y una cerveza y me acerco hacia él.

-No... No sé si será buena idea hablar de por qué no es mi primera huida... -desvío la mirada y cambio rápida de conversación -Elige -le digo con una sonrisa- y si quieres algo de comer, sólo tienes que decirlo.

-¿Segura? Te advierto que soy un poco torpe....- admito decidiendo no tocar nada, al menos por ahora, a pesar de su consentimiento. Me desprendo de la americana dejándola encima de un taburete y la sigo hasta la cocina, sonriendo ampliamente cuando me acerca las bebidas. Parece que sea Navidad o algo así.

-Gas, azúcar y cafeína. Creo que lo tengo claro- me quedo con el refresco de cola y bebo un trago tan largo que casi la dejo a mitad. Sencillamente genial. Aunque si se cree que con esta estrategia me despista lo lleva claro...

-¿Por qué no iba a serlo? Seguro que yo he tenido que huir muchas más veces que tú. Soy un Killjoy, ¿recuerdas? Que te opongas a la ley no es malo bajo mi punto de vista...- levanto la lata a modo de "brindis" y vuelvo a beber mientras decido sentarme, esperando una respuesta un poco más extensa.

-De verdad -asiento- Lo material es remplazable -río y le observo tragarse la coca cola casi de un trago- Hay más en la nevera cuando esa se te acabe.... -arqueo la ceja y vuelvo a sonreír, cogiendo otra coca cola para mi-

Me apoyo contra la encimear y busco las mejor palabras para contarle el por qué. Me pongo tan nerviosa que acabo subida sobre la encima con las piernas colgando y moviéndolas de forma pendular. Miro hacia el suelo mientras hablo.

-Porque... No... Yo... -no me salen las palabras. ¿Cómo le voy a decir que soy una drogadicta? - Nací Sunshine, y desde pequeña me han obligado a tomar Battery... He acabado siendo adicta a ello, y cada vez que lo intento dejar... Los SCARECROW van detrás de mi y de mi familia... Y sino, hay etapas en las que tomo demasiado y... -sin darme cuenta se me ha caído una lágrima y dejo que el pelo me tape la cara para que no me vea- he tenido que escapar más de una vez de los soldados.

-Entiendo- respondo con tanta sequedad que casi no parezco yo pero lejos de lo que pueda parecer no tiene nada que ver con que me decepcione o algo parecido. Más bien lo contrario, me recuerda demasiado a mí, tanto que hasta duele.

Mi mirada divaga perdida en el movimiento de sus piernas mientras aprieto la lata entre mis manos hasta que ya no se puede doblar más. Es uno de esos momentos de recuerdos críticos en los que si tuviera las suficientes agallas saltaría por la ventana. Ahora mismo, sin mirar atrás.

Es entonces cuando de repente me levanto del taburete y miro los cristales, tentado, pero al final cambio de idea y decido acercarme a Kelly para abrazarla en un intento de reconfortarla. ¿A ella o a mí? En realidad no lo sé.

-Yo nunca he sido especial, no soy un Sunshine. Pero he sido adicto a esa mierda y he conseguido dejarlo. A un precio muy alto...- cuando la suelto no me siento capaz de mirarla a la cara así que me limito a apoyar las manos en la mesa -Pero no es imposible si estás dispuesta. Al menos esta vez yo puedo decirte cómo hacerlo pero si quieres a tu familia tendrás que olvidarles. Irónico, ¿verdad?

El tiempo que transcurre desde que me callo hasta que él hace algo parece eterno. Me asusta, me preocupa, me pone aún más nerviosa. Por mi cabeza pasan las ideas más descabelladas, incluso que me va a entregar a los scarecrow, o a los Killjoy, o yo que sé.

Pero no, no es eso lo que hace. Su gesto me hace quedarme paralizada por la sorpresa. Era lo último que me esperaba. Hundo la cara en su cuello y le devuelvo con fuerza el abrazo. Lo que está haciendo significa más de lo que él pueda pensarse.

Le escucho detenidamente, sus palabras me dejan helada. Bajo de la encimera y tanteo entre hacerlo o no, pero apoyo la mano en su hombro. Nunca se me habían dado bien los gestos cariñosos.

-Quiero hacerlo, Eric, pero... No quiero que maten a mi familia, ni estar siempre huyendo, no quiero huir más. -digo en apenas un murmullo.

Cuando noto la mano en mi hombro, muestra de apoyo y de compasión a la vez, me doy asco. Me doy asco porque no me merezco ese gesto pero tampoco hago nada para evitarlo o para apartarla. La escucho y me reconozco a mí mismo, años atrás.
-El miedo es lo peor, ni siquiera puedes salir a la calle sin pensar que todos te están mirando, que todos saben lo que necesitas y lo que eres pero aún hay más... ¿verdad? ¿Desde cuando tienes las pesadillas?- tras ésa pregunta sí me decido a mirarla con la frente arrugada pero no hace falta que me responda, sé de sobras que las padece, a mí no es necesario que me oculte información. Lo he vivido en mi propia carne.

-La decisión es difícil y dura, demasiado dolorosa para cualquiera. Pero si quieres ser libre y, todavía más importante, que tu familia también lo sea, tendrás que fingir tu propia muerte. Evidentemente eso implica no verles ni hablarles nunca más pero ellos tendrán una vida tranquila y feliz después de unos meses de luto...- después de la proposición me callo durante varios segundos para que intente procesarlo todo. No creo que se atreva a aceptarlo, no todavía, es demasiado monstruoso para cualquiera y ahora estará aterrada pero cuando tenga el tiempo suficiente para recapacitar fríamente sobre ello...

Entonces me giro hacia ella y apoyo mis manos en sus brazos para mirarla directamente y que no intente huir o esquivarme.
-Aún estás a tiempo de salvarles, no desaproveches la oportunidad. Yo... yo les maté, sólo pude salvar a mi hermana y eso... Te matará por dentro- la última afirmación suena tan contundente que me derrumba incluso a mí, las piernas me fallan y me dejo caer de rodillas -¡Yo ya estoy muerto!- espeto fuera de mí mismo para después encogerme y taparme la cara, avergonzado.

Es la primera vez que hablo de esto con alguien pero me prometo a mí mismo que será la última.

Siento un escalofrío cuando habla de las paranoias, de las pesadillas. Me ha dejado sin palabras, paralizada. Cuando sus ojos se enfrentan a los míos es obvio que no necesito decir nada más. Parece que me está leyendo la mente, parece que me conoce desde hace siglos. Asiento ligeramente, mordiéndome el labio inferior.

Mientras le escucho hablar sobre las posibilidades en mi mente no para de dar vueltas todo lo que me está contando. Las alternativas, las consecuencias, el miedo, la... ¿Libertad? No, no soy capaz de pensar en algo así, es soñar demasiado a lo grande. Escucho atenta a todo lo que me dice, pero cuando siento sus manos frías me asusto. Siento un enorme pinchazo en el estómago al escucharle hablar de una forma tan dolorosa y desgarradora. Siento su dolor como si fuera el mío propio, y me duele no poder calmarle.

Me agacho junto a él y recojo su cara, apoyándola sobre mi pecho, abrazándole fuerte, arropándole. Beso su cabeza y sigo apretándole fuerte contra mi.

-Estás aquí, vivo.... -susurro en su oído- y luchando porque los demás también puedan hacerlo. Eso es lo más valiente que he escuchado en toda mi vida. -las palabras apenas fluyen, se me quedan atascadas en la garganta. Acaricio lentamente su pelo- Eres muy valiente.

Off. Me encanta la canción de Evanescense y la frase del banner... Three Days Grace :')

Cuando me sostiene la cara me limito a dejarla actuar, sumiso, hundo la cara en su pecho y ni siquiera se me pasa por la cabeza ninguna idea retorcida o lasciva. Me limito a notar la calidez de su piel, su aroma... y sobretodo su afecto.
Mis brazos rodean su espalda y su cintura y mis manos se agarran a su suave vestido como si temiera que en cualquier momento fuera a desaparecer aunque enseguida aflojo la presión consciente de que no puedo obligarla a permanecer como yo quisiera.

Cuando empieza a hablar mis silenciosas lágrimas ya han dejado empapada la tela alrededor de su escote pero dado que se ha mostrado más compasiva que nadie que haya conocido hasta el momento espero que me perdone. O incluso que no le importe.
Sus palabras suenan a pura bondad pero no puedo percibirlas como reales. ¿Cómo puede decir que soy valiente cuando estoy totalmente derrotado ante su presencia?

No importa, en este caso me da igual. Sus caricias son demasiado agradables para preocuparme de nada más así que me limito a cerrar los ojos dejando que sus dedos recorran mi pelo durante un buen rato.
Cuando ya han pasado unos minutos, o eso es lo que me ha parecido a mí, decido que aunque podría pasarme todo el día en esta posición no debo.

Mis brazos abandonan su pequeño cuerpo y después empiezo a apartar la cara con lentitud, como si en realidad me supusiera un gran esfuerzo.
Me quedo mirándola tan de cerca que alcanzo a percibir su respiración mientras observo cada uno de los detalles que conforman su rostro. Todos ellos son perfectos y aún así no son lo que más me llaman la atención de ella.
Beso entonces su mejilla afectuosamente y más rato de lo estrictamente necesario -Gracias. Eres como un ángel- admito más tranquilo, nuevamente bajo control, para después levantarme y volver hasta el taburete dónde dejé la chaqueta. Ambos sabemos que después de lo ocurrido quedarme sólo sería incómodo.

Me la pongo, en silencio, pero después me aventuro a abrir la nevera para coger otra lata de delicioso refresco y sonreír al tenerla entre las manos. Supongo que me conformo con poco.
-Será mejor que me marche... ¿puedo quedármela?- pregunto en referencia a la lata mientras me dirijo a la puerta.

No sé ni cuánto tiempo llevamos así, en silencio, abrazados, consolándole de algo que no acabo de entender, algo que me da mucho miedo saber. Pero no me importa, algo me dice que no debo alejarme, que lleva demasiado tiempo solo, sufriendo, y que se abra de esa forma es algo que no creo que sea muy rutinario. Me inspira confianza, pero a la vez ternura, como si toda la dureza que pretende expresar no fuera más que una máscara. Y me limito a eso, simplemente, abrazarle. Cuando sus manos agarran mi vestido doy un pequeño sobresalto, pero no me importa, no mientras eso le tranquilice.

Sólo cuando se aparta ligeramente para respirar descubro el surco de llanto sobre el vestido. Sonrío, intentando inspirarle algo de fuerza, pues me derrumba verle así sin poder calmarle de ninguna forma. Deslizo mis manos por su espalda, su pelo, sus brazos... No soy consciente de que le estoy acariciando, pero necesito hacerlo.

El momento en el que se queda a centímetros de mi parece una eternidad. Siento una gran opresión en el pecho y creo que no puedo respirar. Confundo su aliento, y sus ojos están brillantes, con rastos de lágrimas. Quiero quitárselas con los dedos, pero probablemente me hubiera apartado. Me observa de una manera extraña, haciendo que me muerda el labio inferior. Su beso me reconforta y sonrío, sintiendo un inesperado rubor en las mejillas.

-Creo que me pega más lo de Spicey Smile... -murmuro-

Y me quedo allí parada, incapaz de moverme, sin saber cómo actuar. Asiento con la cabeza y suspiro. -Puedes llevarte todas las que quieras... -digo en voz baja, aún no me sale la voz.

Observo cómo se dirige hacia la puerta. Me levanto de golpe y corro hacia él.

-No te vayas. -confieso- O déjame ir contigo. Quiero dejar de sentir miedo, y tú lo consigues.

Le sonrío con agradecimiento cuando afirma que puedo llevarme todas las latas que quiera. Supongo que para ella es una tontería, es como si en mi casa me pidieran... polvo, o algo así.
Cuando mi mano ya está sobre el picaporte veo cómo parece espabilarse de repente, como si algo la hubiera sobresaltado, pero en realidad lo único que hace es correr hasta dónde estoy yo.

Su petición casi me deja KO, no me la esperaba. Observo el interior de la casa, dubitativo, y después a ella.
-¿Después de lo que acaba de pasar...?- no puedo evitar decirlo, porque sencillamente no doy crédito, pero a la vez no me apetece demasiado hablar de ello así que sacudo un poco la cabeza.
-No puedes venir, todavía no estás preparada. Pero estoy seguro de que lo estarás muy pronto, sólo necesitas un poco más de tiempo- me temo que la lástima ha conseguido que se precipite en su decisión y no quiero que se deje llevar por ella.

-Pero me quedaré... un rato más- accedo porque no me siento capaz de negarme y porque además así comprobará que se arrepiente. O al menos eso es lo que creo yo y mi escasa autoconfianza en las relaciones sociales.
Me desanudo la corbata y un par de botones de la camisa y acabo sentándome sobre el mullido e impoluto sofá intentando acomodarme lo mejor posible. Al final acabo medio hundido en él, hay que admitir que es bastante confortable.

Suspiro hondamente y entrelazo las manso detrás de la cabeza antes de buscarla con la mirada.
-¿A qué te dedicas en la ciudad?- pregunto con toda la intención de decantarnos por temas más genéricos y corrientes que los que nos afectan tan internamente como el battery.

Me encojo de hombros y sonrío. -No ha pasado nada... -digo quitándole importancia, para que no se sienta incómoda, ya que parece que el tema le crispa y yo no quiero estar sola en ese momento.

Supongo que tiene razón, que aún no estoy preparada, pero sólo llevo problemas a la gente que está cerca de mi, la gente a la que quiero, y sólo quiero desaparecer, no quiero volver a ser abofeteada por un soldado, ni que persigan a las personas que amo.

-Gracias -sonrío de forma amplia mientras vuelve hacia el salón y se sienta. -Además, así podrás tomar todas las coca colas y comida que quieras -bromeo con él, para que se sienta un poco más agusto. Me siento en la cómoda enfrente del sofá, cruzando las piernas a lo indio, observándole, es tan curioso-

-Estudio... Nada importante, sigo en el instituto, con los problemas de cualquier adolescente de mi edad, supongo -río y me echo hacia atrás, tumbándome, algo más tranquila- ¿Tú que haces dentro de los Killjoy? Me parecéis fascinantes.

Quizá ser KillJoy no llegue a ser mi vocación, pero estoy segura de lo que quiero. Desaparecer. Si encuentro la forma de que nadie sufra será la mejor opción para mi y para mi alrededor, que es lo que realmente me importa.

Había tenido un día de perros. Me habían dicho que mi jefa volvería después de su viaje de negocios, y eso significaba extremar la precaución, algo difícil y irritable. Fui para casa, donde me duché y decidí ir a visitar a Kelly, seguro que le daría una sorpresa. Hasta me estaba imaginando su cara al verme al otro lado de la puerta.

Llegué a la portería, y como siempre la puerta estaba abierta. Cerré bien y subí las escaleras sin prisas.
Piqué al timbre y esperé a que me abriera la puerta.

-Es una buena oferta- abro la segunda lata y empiezo a beber. Parece que no haya bebido en siglos... la realidad es que es cierto, al menos en cuanto a refrescos se refiere.
-¿Todavía estás en el instituto...?- me pilla tan de sorpresa que por poco no acabo escupiendo la coca-cola. Me quedo mirándola con ambas cejas arqueadas unos instantes -Pareces mayor...- me limito a admitir ladeando un poco la cabeza. Por suerte puedo enorgellecerme de no haber hecho nada por lo que sentirme un pederasta, hubiera sido ya lo que me faltaba...

-La verdad es que no es para tanto, seguro que los rumores exageran- río por lo bajo imaginándome el típico boca-a-boca, poniéndonos como superhéroes. O cómo supervillanos, quién sabe.
-Colaboramos entre todos para intentar arruinar los planes de los Scarecrow pero no es tarea fácil. Boicoteamos algunos de sus locales, nos enfrentamos a sus agentes cara a cara... La verdad es que no puedo darte detalles al respecto, lo siento- me encojo de hombros suponiendo que lo entenderá y después me quedo mirando la puerta.

-¿Esperabas a alguien...?- me extraña porque supongo que me lo habría comentado pero del mismo modo deduzco que a pesar de todo debe tener amigos en la ciudad así que es normal tener visitas inesperadas... pero por si acaso me aseguro de que la pistola sigue dentro de mi chaqueta a buen recaudo.

Le escucho atentamente mientras miro al techo del salón, nunca me había parecido tan interesante. Y no es por que no le esté atendiendo, sino porque su mirada es demasiado profunda y eso hace que me ponga nerviosa.

-No... Creo que se nota que aún soy demasiado pequeña -sonrío de medio lado, apartándome el pelo de la cara y poniéndomelo tras las orejas y sigo escuchándole atenta, sobre todo cuando se pone a hablar de los Killjoys.

-Oh, claro, entiendo... Me has contado suficiente, yo creo -río y pego un brinco al escuchar la puerta, con el corazón desbocado. ¿Y si volvían los soldados? ¿Y si era James dispuesto a lo que fuera por un poco de Battery?

Me levanto despacio, mirando a Eric. TRato de parecer tranquila, pero seguro que se me nota bastante el que no esperaba ninguna visita. -No... -arqueo una ceja y miro por el agujero, es Dan. Suspiro aliviada- Es un amigo, no te preocupes.

Abro la puerta y sonrío de forma amplia, abrazándole con ganas. -¡Dan! No te esperaba hoy aquí, hacía mucho que no te veía. -desde la conversación del otro día sobre parejas y destino...-

Al fin escuché los pasos de Kelly y su abrazo fue como un dia de verano, lo necesitaba realmente- hola pequeña -pasé como si nada y me encontré con una chaqueta desconocida. Alcé una ceja y la vista pasó de la chaqueta al tío que había sentado al lado- y tu quien eres? -miré a Kelly- quien es?

En un principio frunzo el ceño pero cuando Kelly confirma que se trata de un amigo me relajo bastante. Al menos todo lo que puedo ante la presencia de cualquier desconocido.
Observo como se abrazan con una sonrisa. No está tan sola como parecía a fin de cuentas... eso me alegra.

Saludo al tal Dan con un movimiento de la mano pero él parece un poco contrariado por mi presencia. Vaya, vaya, parece que aquí hay algo más de lo que se intuía... es como un libro abierto.
-Soy Eric, encantado de conocerte- simple educación, supongo, porque después me limito a beber de mi refresco con naturalidad y me pongo la chaqueta notando la pistola contra mi costado. Bien, parece ser que no me hará falta por ahora.

Cojo de la mano a Dan y le arrastro hasta el salón, cerrando la puerta. Sonrío y les presento, intentando hacer lo mejor posible de anfitriona, o lo que sea.

-Eric, este es Dan... Un amigo. -vuelvo a sonreír e intento darle a entender que es una de las razones por las cuales he de desaparecer. Si ambos supieran a qué grupo pertenece cada uno... Prefiero no pensar en ello y me siento de nuevo en la cómoda- Estábamos hablando de... de la vida -reí algo nerviosa- ya sabes, del instituto y cosas de esas.

Vuelvo a levantarme, de repente, estoy histérica y no entiendo el por qué. -Dan, ¿quieres una cerveza o algo? -digo acercándome a él-

Miré al chico con desconfianza-y.. de que os conocéis, del instituto? -pregunté alzando una ceja. Y dale con lo de amigo, no se Kelly se proponía undirme en la miseria.
Respiré hondo y la miré, estaba nerviosa, se podía nota, pero ¿por qué? -si, claro.. una cerveza, bien

Kelly se pone nerviosa y a mí me resulta gracioso. ¿No son amigos?, ¿qué diablos pasa aquí? De repente noto como si la tensión pudiera cortarse con un cuchillo aunque no acabo de entender porqué... pero me lo imagino. Alguien sobra, y todos sabemos quién es.

-¿Del instituto?- arqueo ambas cejas y acabo riéndome por lo bajo. Es evidente que pasé de la veintena hace tiempo pero supongo que intenta sonsacar información sin ser desagradable, eso está bien -Cómo no sea el profesor no se qué iba a hacer yo en un instituto...- admito mientras me levanto del sofá con tranquilidad.

Veo como Kelly le acerca la cerveza y seguidamente me acerco a ambos.
-No os preocupeís, yo ya me iba- me encojo de hombros convencido de que agradecerán algo de intimidad, pero antes de marcharme beso la cabeza de Kelly afectuosamente... mirando de reojo a Dan con una sonrisa maliciosa.

-Ya nos veremos- le susurro a ella para después despedirme del chico con un gesto de cabeza, finalmente abro la puerta y me marcho sin más.

Me levanto deprisa y corro hacia la nevera, intentando que esos dos no se queden solos el máximo posible. Dan es demasiado desconfiado y eso no me gusta. Le tiendo la cerveza y le sonrío, intentando infundirle algo de confianza.

Apoyo la mano sobre el pecho de Eric mientras me besa y sonrío débilmente, me hubiera gustado seguir hablando con él de lo que habíamos empezado, pero... Tiene razón, será mejor que se separen.

-Adiós... -me muerdo el labio inferior preocupada, pues no sé cómo encontrarle, cómo volver a verle, y quiero hacerlo.

Me giro hacia Dan y le miro.

Me quedé callado ante la pequeña broma del tío este. Me quedé pensando en lo que dijo Ivanna, no.. no podía ser verdad...Negué con la cabeza y apreté los puños y la mandíbula al ver el beso que le dio, pero quién coño se creía? - venga si majo, hasta otra -yo mismo me encargué de cerrar la puerta cuando se marchó- Kelly -susurré y me acerqué a ella, serio- quien es?

Me revolví el pelo cuando Dan cerró la puerta, no podía decirle quién era. Por una parte sentía que traicionaría a Eric si desvelaba su identidad, pero por otra, era Dan... Opté por la decisión más sencilla. Contestar las preguntas con respuestas simples, pero suponía que no se conformaría.
-Un chico que conocí el otro día, me ayudó con las compras. -me acerqué a él y le rodeé la cintura con los brazos- pero no un amigo como tú -dije con mi más inocente sonrisa- me ha hecho ilusión tu sorpresa de aparecer aquí. -sonreí sincera