Nuevas Perspectivas [Kobra Kid & Kelly]

-Y dale con la vuelta...- entorno los ojos exageradamente pero la verdad es que me da igual, no me molesta, me quejo por quejarme.
Cuando la veo pasar como una exhalación por mi lado sonrío y recojo mi ropa del suelo subiendo al suelo.

La miro un momento y compruebo como empieza a adormilarse así que simplemente cierro la boca y dejo que descanse limitándome a conducir.

Para cuando llegamos de nuevo a nuestra pequeña morada, porque supongo que ahora es de ambos, ella ya se ha quedado dormida en su asiento. Rodeo el vehículo y la cojo con todo el cuidado del que soy capaz entre mis brazos, apoyándola en mi pecho.

Pesa más de lo que parece pero aún así me apaño bien para llevarla hasta dentro aunque bajar las escaleras se complica un poco más. Al depositarla sobre su cama no puedo contener un resoplido de alivio, aprovechando el momento para mirarla de cerca.
-Como un angelito. Así eres tú, ¿hm?- sonrío tranquilamente y la arropo con las sábanas antes de salir de allí procurando no hacer ruido.
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OFF: Yo lo sé, tú lo sabes, Kelly lo sabe... pero Kobra no xDDD

Los días pasaron lentos, más lentos de lo que jamás hubiera imaginado. Algunos días llegaron a ser terribles, no paraba de gritar, de llorar, o de intentar escapar de aquellos días. Me sentía tan avergonzada de mí misma que no podía ni quería imaginar lo que Eric podría pensar de mi.

Los días en los que pensaba en Dan eran los peores, sólo quería salir de allí y volver junto a él, decirle que estaba bien, que no me culpara. Porque eso era lo que más me dolía, la culpabilidad que sentía encima. Y otros, otros no podía quitar los ojos de Eric, porque... porque se había convertido en todo lo que tenía y aunque a veces fuera duro conmigo, lo hacía por mi propio bien.

Al principio fue más fácil, sólo eran pesadillas, algo de ansiedad por la ausencia de Battery en las venas, pero bastaba con que le pidiera que me abrazara para que aquellas ideas febriles se esfumaran. Pero con el paso del tiempo eso era lo mínimo que ocurría.

Las noches en las que me dejaba cerrada ahí abajo eran las peores. Buscaba cualquier forma de escapar, gritaba, le amenazaba y buscaba cualquier excusa con la que salir de allí, todo a causa de las paranoias y la necesidad de tomar aquella droga. Hubiera hecho cualquier locura por tomar una sola pastilla.

Apenas comía y eso provocó que aún adelgazara más. Estaba débil, pálida, siempre con ojeras, desganada. Me había convertido en una especie de zombie que sólo lloraba y se ponía como loca cuando necesitaba Battery, o lo recordaba. Había caído en ese pozo oscuro y no sabái cómo salir de él, como ser la de antes, pero de verdad que me echaba de menos y me odiaba por lo que le estaba haciendo a Kobra.

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La noche había sido horrible. Apenas he conciliado el sueño, no he parado de ver todas esas sombras acechándome, pero he aprendido que gritar no sirve de nada, no va a abrir la puerta y dejarme salir de allí.

Espero a que él venga a mi y abra la trampilla para poder salir a comer algo. Me doy cuenta de que necesito una ducha, necesito desconectar, mi cerebro parece que va a explotar en cualquier momento.

Los gritos resuenan en todo momento y cuando no lo hacen es peor porque entonces vienen los llantos.
No me siento capaz de marcharme pero sé que tampoco la ayudaría estando a su lado ya que sus delirios provocan que simplemente no me quiera junto a ella, incluso a veces me teme. Prefiero no imaginarme qué piensa o qué ve en esos momentos.

Me siento en un rincón casi todo el día y me limito a esperar a que pase el tiempo, incapaz de relajarme para descansar o dormir. Estoy hecho polvo y las energías se me empiezan a agotar pero aún así sé que no es nada en comparación con lo que ella está pasando. Lo único que me consuela es saber que estamos en lo peor y que pronto empezará a mejorar, aunque parezca imposible.

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Me despierto de repente, sentado en la silla y apoyado sobre mis propios brazos en la mesa. Los veo llenos de arañazos, marcas y golpes variados. Por suerte Kelly no posee demasiada fuerza y nunca son demasiado dolorosos aunque no paran de acumularse.
Me froto los ojos, aliviado por el silencio que hinunda la cabaña ahora mismo aunque inmediatamente después me preocupa. La tranquilidad se me antoja como algo extraño, como una mala señal.

Todavía me siento cansado y preferiría poder dormir más de tres horas seguidas, para variar un poco, pero me obligo a levantarme, tambaleándome un poco.
Espero unos segundos respirando hondamente, tomando el control de mi propio cuerpo para mostrarme seguro y calmado.

Recojo una simple camiseta de tirantes que encuentro tirada por encima de la cama y me cubro el torso con ella, entonces miro la trampilla y descuelgo la llave que pende de mi cuello para abrir el cerrojo que la mantiene atrancada. No me gusta nada, me hace sentir como un monstruo que la tiene secuestrada pero aún así no tengo elección.

Cuando ya tengo las escaleras delante de mí inspiro aire hondamente y finalmente desciendo con cuidado, esperando encontrármela lloriqueando o por el contrario dispuesta a arrancarme los ojos.

-Ya era hora -me limito a decir, fría, impasible, totalmente carente de emociones. Esa no soy yo. Subo las escaleras sin mirarle, sin apenas decir nada.

Me siento sobre la mesa y espero a que él venga y pueda comer algo. No es que tenga ganas, pero me siento demasiado débil. Apoyo la cara contra mis manos, todas esas voces en mi cabeza me están destruyendo. Dentro de mi me piden que mate a Eric y salga corriendo, pero lucho contra esas ideas. Pero no se callan, se hacen más fuertes. Al final acabo gritando , golpeándome la cabeza

-¡¡CALLAOS!! -empiezo a llorar y en un momento de lucidez me giro hacia él- Llévame al sótano.

Entorno los ojos ante su actitud distante pero decido no hacer comentarios para que no acabe estallando en un intento de asesinarme. Tampoco sería la primera vez.
Veo como se sienta sobre la mesa con relativa tranquilidad y suspiro aliviado, aunque dura poco. Cuando ya tengo su plato preparado y me acerco a ella repentinamente pega un grito y empieza a llorar, aparentemente sin motivo.

-¿Estás segura...? Acabas de salir de él...- me extraña un poco pero como sé que no podré entender nunca lo que se le pasa por la cabeza en estos momentos me limito a suspirar.
-Como quieras, vamos...- espero a que baje de la mesa y se dirija a las escaleras siguiéndola de cerca.

-¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?- pregunto finalmente sintiéndome demasiado impotente para mi gusto.